domingo, 27 de abril de 2008

No pude romper tu foto

Ruy Alfonso Franco

De engaños Marianita estaba hasta la coronilla, si lo sabría con el ingeniero Gómez Barbosa, tras soportar por años sus devaneos y terminar poniéndole ella misma el cuerno al final. Ganas no le faltaban de recomendarle eso a Lucía, pero de sobra sabía que la traición, para su hermana, era una tragedia. Lo fue.

Al día siguiente de descubierto el engaño, el infiel se largó de casa después de una cruda disputa donde hubo golpes, ofensas, recriminaciones y una amenazante Lucía que plancha en mano correteó al sorprendido marido, a quien sentenció por los años humillantes junto a él. A los meses habrían de divorciarse con menos drama de lo que esperaba Lucía, tan convencida estaba de que “cuando no te quieren, no te quieren”, luego de hacerse un arqueo sentimental. Al traidor no pudo irle mejor, logró partir sin conflictos pasada la borrasca inicial, mediante separación a partes iguales de los bienes en común. Mas Lucía no estuvo segura si en su haber los números rojos prevalecían. Para su familia el divorcio significaría el fracaso de la única hija que pisó el altar y la satisfacción de dos que tres parientes mala leche que lo advirtieron, que su matrimonio no habría de durar. Así que aun antes de llegarse la hora fatal del divorcio, se encerró en su casa una semana a romper, uno a uno, los recuerdos de 17 años de maridaje fallido.

Siete álbumes fueron destrozados y sólo se salvaron aquellas fotos donde salían los niños y ella sola o con parientes. Pero las del ingrato Lucía las hizo cachitos.

El último libro que estaba aparte, de cuando era muchacha, también fue espulgado. Eran puras fotos de familia: papás, hermanos, tíos, el rancho, amistades, paseos y Lucía a morir con Marianita; no tenía caso, lo cerró. Sólo quedó una foto suelta. Era Anselmo a sus 19, un año mayor, la abrazaba tiernamente frente al Acuario tan enamorados, que caían gordos. Ahí estaban de cuerpo entero: él protector detrás de ella que vestía uniforme escolar, aspirando el aroma de su lacio cabello castaño; ella mimosa mirando feliz a la cámara. Se habían hecho novios en el último de preparatoria, ya para empezar Anselmo la universidad.

Ahí fue que Lucía lloró en serio.

2 comentarios:

Ivytaste dijo...

Me hiciste recordar, ni siquiera pude bajar la foto de nuestra sala, esa donde estoy en traje de novia... que dificil esto de las sepaciones y divorcios..

Dolores muy grandes.

Un beso amigo
Ivy

Ruy Alfonso Franco dijo...

Sí, lo he visto en muchas amigas; es en las mujeres donde más veo que afecta el divorcio. No digo que en los hombres no, pero a la mujer se le junta esa idea que tiene del matrimonio y que crece con ustedes desde niñas, mientras a nosotros nos da igual si nos casamos o no.

El relato habla de eso.

Gracias por tu lectura linda Ivy.